Esperanza desde el primer día

Luz en medio del caos: Esperanza desde el primer día.

¿Alguna vez has sentido que tu vida está en caos? ¿Qué todo está desordenado, sin forma, oscuro?
Es probable que sí. Todos atravesamos temporadas donde parece que nada encaja, donde el alma se siente vacía y los días carecen de dirección. Esos momentos nos abruman y nos hacen pensar que el desorden será permanente, que el dolor no tendrá fin, que estamos atrapados en una realidad sin salida.

Pero si miramos el comienzo de todo, el origen de la existencia en la Palabra de Dios, encontramos algo extraordinario. Génesis 1:2 dice: “Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo”.
Así empezó todo. No con perfección ni belleza inmediata, sino con un escenario caótico, oscuro y sin forma.
¿Y qué hizo Dios ante ese escenario? ¿Se retiró? ¿Se detuvo? ¿Se desanimó?
No. Dios habló. Dios actuó. Dios trajo luz.

“Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz” (Génesis 1:3).
No hubo necesidad de reconstruir, solo de declarar.
Dios no necesitó condiciones ideales para comenzar su obra. En medio del caos, Él hizo brillar su luz.

Esto es profundamente revelador para nuestras vidas. Porque muchas veces creemos que Dios solo puede actuar cuando ya todo está bien, cuando ya nos sentimos preparados, cuando ya entendimos todo, cuando ya dejamos de llorar. Pero no es así. Dios trabaja en el caos. Dios se mueve entre el desorden. Dios alumbra nuestras tinieblas desde el primer día.

Tal vez hoy sientas que estás al borde del abismo emocional. Quizás estás enfrentando una pérdida, una traición, un error del pasado que no sabes cómo reparar. O quizás simplemente sientes un vacío, una oscuridad que no puedes explicar. Entonces esta palabra es para ti:
Dios no necesita que todo esté perfecto para empezar a obrar. Solo necesita que lo dejes hablar.

¿Y qué dice cuando todo está oscuro? Dice lo mismo que dijo en el principio: “Sea la luz”.
Porque su naturaleza es esa: traer orden donde hay desorden, propósito donde hay vacío, luz donde hay tinieblas.

Es curioso que Dios haya creado la luz antes que el sol, la luna o las estrellas.
Eso nos enseña que la verdadera luz no depende de circunstancias externas, ni de cosas que brillan a nuestro alrededor. La verdadera luz viene directamente de Él.
Y cuando su luz entra en el alma, algo comienza a cambiar desde adentro. A veces lentamente, a veces de forma repentina, pero siempre de manera transformadora.

Esa luz que brotó en el primer día del mundo puede brotar también hoy en tu historia.
Porque no fue solo un evento cósmico. Fue una revelación del carácter de Dios: Él es luz, y donde Él entra, las tinieblas no pueden resistir.

¿Te das cuenta de que el primer acto divino fue vencer la oscuridad? ¿Qué el primer paso de Dios fue declarar esperanza en medio del caos?
Eso significa que tu historia puede comenzar con desorden y aun así tener un final glorioso.
Dios no está esperando que seas fuerte, ni que seas sabio, ni que resuelvas todo solo. Él solo espera que digas: “Señor, habla. Aquí está mi oscuridad. Aquí está mi confusión. Aquí estoy”.

Y entonces, como en el principio, su voz romperá la densidad de tu noche interior y pronunciará lo que tu alma tanto anhela: “Sea la luz”.

Y será. Porque cuando Él lo dice, sucede.
Porque cuando Él entra, transforma.
Porque cuando su luz brilla, la oscuridad no tiene opción.

Hoy puedes tener esperanza. No porque todo esté bien, sino porque Dios sigue siendo el mismo que habló en el principio. Y si creó un universo desde el vacío, ¿Qué no podrá hacer contigo, que eres su creación más amada?

¿Cuántos días han pasado sin que veas claridad? ¿Cuántas noches de duda has vivido? ¿Cuántas lágrimas has derramado pidiendo dirección?
Hoy recuerda esto: Dios trae luz desde el primer día. No espera al segundo. No necesita que todo esté ordenado. Solo necesita que le creas.

Y cuando Él habla, la esperanza renace, el alma respira, el corazón se enciende, y los ojos vuelven a mirar hacia el cielo.

Gracias por llegar hasta aquí. Gracias por tomarte el tiempo para leer esta reflexión.
Si este mensaje habló a tu corazón, no lo guardes solo para ti. Compártelo con alguien que necesite luz en medio del caos.


Y no olvides regresar mañana por más Reflexiones Cristianas Diarias que edifiquen tu vida y fortalezcan tu fe.

Publicar un comentario

Artículo Anterior Artículo Siguiente

Reflexión Cristiana Diaria

Anuncio