Divisiones en la Iglesia



Divisiones en la Iglesia




Cristiano, cuídate de los que causan divisiones en la Iglesia.


“Les ruego, hermanos, que se cuiden de los que causan divisiones y dificultades, y van en contra de lo que a ustedes se les ha enseñado. Apártense de ellos. Tales individuos no sirven a
Cristo nuestro Señor, sino a sus propios deseos. Con palabras suaves y lisonjeras engañan a los ingenuos.” Romanos 16:17-18 (NVI).


De todas las cartas que escribió Pablo y quedaron en la Biblia, esta es la que tiene la lista de saludos más larga. Cualquier lector esperaría que el cierre de la carta sea el famoso “un gran abrazo y bendiciones”, pero el gran apóstol nos sorprende con un consejo del estribo. Como si fuera una posdata, una última línea antes de subir al avión.


¡Recuerden esto!, parece decir entre paréntesis. Y el consejo que les deja a los romanos y también a nosotros es que tengamos cuidado. Después de hablar de la Gracia, del amor de Dios, de la importancia de la Iglesia, de los dones, de las relaciones humanas, de nuestra responsabilidad como hijos de Dios, nos hace esta advertencia.


Tengan cuidado de los que causan divisiones, apártense de los que murmuran. El mismo Pablo que escribió del amor en Corintios 13 y que escribió los mandamientos de amor en la iglesia es que nos advierte que nos apartemos de los que chismean, dividen y murmuran.


El hijo de Dios espiritual y comprometido con el evangelio debe cuidar la integridad y la unidad de la iglesia. Lamentablemente, es muy común hoy escuchar a personas con la lengua suelta. Es habitual hablar mal de otro (esté presente o ausente).Y desde el inicio de la humanidad, el comentario por detrás, la crítica, la mentira, el llenar la cabeza contra otro, el marcar los defectos de otros es una mala e insana costumbre, muy común en la iglesia.


Para que haya chisme hacen falta dos. Uno que hable y uno que escuche. No podemos evitar que la gente hable. Hoy muchos malos cristianos que se dedican a murmurar, quejarse y criticar. Y no podemos cerrarles la boca. La única opción que nos queda es cerrar nuestros oídos. Es apartarnos de esas personas que con palabras suaves y engañando se encargan de dividir la iglesia, de crear problemas y de hablar mal de otros.


Si nadie los escucha, no podrán hablar más. Pero lamentablemente nos encanta escuchar y hablar. Por eso Pablo es tan tajante. Aléjate de ellos. Si tu eres el que habla, mejor hace silencio. Si tu eres el que escuchas, mejor aléjate.



¿Qué reacción nos das?

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