Los Zapatos del pastor
Si yo fuera el pastor, todo sería diferente. Si yo fuera el pastor, todo estaría mejor. Si yo fuera el pastor, cambiarían muchas cosas. Si yo fuera el pastor, seríamos más. Si yo fuera el pastor, me equivocaría menos. Si yo fuera el pastor, sabría cómo actuar. Si yo fuera el pastor, habría orden. Si yo fuera el pastor, todo estaría en paz, si yo fuera, si yo fuera…
Entonces mi pregunta es
¿Por qué no eres el pastor?
Quizás porque a Dios no le sirven los más aptos o los más capacitados, sino aquellos que con un corazón humilde le ruegan «Heme aquí, envíame a mi«.
Los zapatos del pastor a distancia se observan atractivos (por eso muchos los quieren traer) sin embargo, cuando te toca ponértelos, te darás cuenta que ser un pastor no sólo es ostentar ¨el título¨, sino que implica además, ser un servidor genuino de Dios y de la gente.
Significa estar preparado para servir en todo tiempo y en todo lugar, estar listo para correr la milla extra, decidido a dar más que recibir, a dar la vida por lo que haces, a esforzarte más que los demás, a llorar y disfrutar, dispuesto a aceptar críticas sin renunciar, a conciliar y no juzgar. Muchos quieren los zapatos del pastor, pero pocos están dispuestos a pagar su precio.
El valor de estos zapatos no está en su brillo ni en su esplendor, sino en su desgaste y su color.
La próxima vez que se los veas, te invito a valorarlos, quizás no sean de tu agrado, pero hay alguien que pagó un alto precio, porque sabe, que serán de utilidad para ti.
¿Qué reacción nos das?